Monday, March 17, 2008

Un blues para mis cuarentas


El fin de semana tuve que alojarme con mi esposa en la casa de mis padres. El viernes noche llegué tarde de un curso de capacitación y luego salimos a comer unos ricos anticuchos en un “warike” que ya empieza a volverse bien mentadito. Dos horas! me demoré en llegar, hacer cola, consumir, pagar y salir.

A eso de las once hice una llamada a un viejo amigo del barrio y me dice: chato, ven al parque estamos en la banca con los muchachos tomando unas chelas, también están los “bluseros”. No lo pensé dos veces; me puse un polo y un short y mis zapatillas; le di un beso en la frente a mi mujer y me dirigí a ese viejo parque donde desde hace 33 años he tenido más de una alegría, ya sea jugando fulbito, conversando amenamente o pegándome una juerga de las bravas.

Ahí estaban mis mejores amigos y los mejores músicos de blues de Lima (los puedo retar a cualquiera!) Parece que el tiempo no pasó por ellos. Afortunadamente esta vez traía mi mp3 y grabé unos 7 temas, que ya compartí con toda la gentita distribuida por diferentes confines del planeta para que tiren su lagrimón recordando los viejos tiempos.

Ya a golpe de 2.30am., y viendo que mi mujer me enviaba mensajes de texto como “te extraño”, me despedí entre abrazos efusivos de ellos, después de haber compartido varios vasos de cerveza en una de aquellas viejas bancas de granito en ese hermoso parque lleno de árboles y palmeras. Parque de barrio. De niños, viejos y jóvenes. Siempre me acordaré de ese parque con su canchita de futbol donde jugaba mal y me hicieron peores goles. Donde jugué “Kanga”, kiwi, bata, béisbol, carnavales, corrí en patines y en bicicleta, y se sucedieron varios e infinitos episodios de mi juventud. La brisa marina llegaba fresca y aún se escuchaba en el aire: viernes y sábado, son para cantar, son para juerguear…. ;).