Wednesday, May 30, 2007

A cocachos aprendí...??

El otro día en una clase de inglés me preguntaban que era lo que más miedo tenía cuando era niño y respondí casi espontáneamente: a mi viejo!. No a los fantasmas, a los mostruos o a la oscuridad! Mi viejo sí era de temer. No nos pegaba pero sí ponía una cara de culo y una voz de general patton que te podía congelar sin gritar. Su formación militar lo hizo asi, duro, seco, estricto, superdisciplinado. Y eso quería para nosotros, casi sin querer crecimos como soldados.

Recuerdo que me gustaba ayudarlo a lustrar sus zapatos y sus galones. El quería que ingrese al Leoncio Prado pero gracias a Dios era un enano en tercero de media asi que no entré. Sólo una vez (y fue suficiente) me sacó la mierda con la correa por romper el vidrio de una ventana jugando pelota. Me había advertido que no juegue ahí, pero yo desobediente pensé que podía tener control del balón. Zuacate, hasta la pichi me hice! Mi viejo no era una mierda pero sí que sabía asustar sobre todo cuando discutía con mi vieja. Ahora que tiene casi 70 años ha aprendido a decir te quiero, increíble, de chicos nunca le escuchamos decir eso, al menos frecuentemente, no sé, paraba enojado con la vida, con su sueldo , con su posicion en la vida y en la sociedad, con su carrera, en fin, sólo él lo sabe, o quiza con las privaciones de entonces.

A veces me sorprendo gritando y despotricando como él a mis hijos y mi señora me dice, oye no estás en un cuartel, explicales sin gritar y la verdad que no entiendo, yo de chico decía que no sería como él. Me empecé a acordar también de mis profesores y de cómo nos disciplinaban. El negro Cano que nos sobaba las orejas hasta ponerlas rojas y nos jalaba las patillas hasta darte los pelos en la mano. El colorado Meza que te hacia poner los dedos juntos y te metia un reglazo en las yemas. Si sacabas la mano era doble!!. Y el perro Arroyo que te hacia hacer 500 ranas y planchas que terminabas vomitando. Puta que esos sí eran castigos! y nunca le contabamos a nuestros viejos. Era tácito no ser un acusete! Todo exceso es malo, todo control es malo, todo tipo de gritos y amenazas y actitudes destempladas son contraproducentes. A los que son padres les diría paciencia con sus hijos, conversen con ellos, pídanles perdón si es necesario, jueguen mucho con ellos y no se tomen la vida tan en serio.